¿Porqué crear un blog para recoger y difundir testimonios y experiencias, así como expresiones e interpretaciones artísticas, que rescaten y resignifiquen la lucha libertaria contra la dictadura y el desenlace democrático?
¿Qué motiva hacer este esfuerzo de resignificación que apunta a reconocer y valorar las experiencias y testimonios rescatados como un patrimonio emergente que queremos traer al presente, reconocerlo y valorarlo?
¿Por qué titular el blog con tan rimbombante nombre?
Concebimos la memoria histórica como una herramienta de combate ideológico para fortalecer la democracia, como elemento de lucha contra la impunidad, como arma para la defensa de los derechos humanos, como requisito de la ansiada reparación y como elemento ideológico de construcción y vertebración de la sociedad moderna.
Queremos incorporarnos al debate ideológico enfrentando a quienes quieren ven la memoria reducida a reivindicaciones nostálgicas y privadas asumidas por familiares y protagonistas de una época que se pretende olvidar, mostrándola como algo del pasado que nada tiene que ver con nuestro presente.
Hay un par de frases que no por ser tan manoseadas son menos verdaderas: “el pueblo que no conoce la historia está condenado a repetirla”, “el pueblo que no conoce su historia está inhabilitado para comprender y construir el presente”, tal vez ello explique porqué seguimos viviendo una sociedad democráticamente deficitaria, despolitizada y poco participativa, donde su construcción ha sido delegada a cúpulas cada vez menos representativas.
Para decirlo con palabras del historiador español José María Pedreño “Estamos construyendo nuestra historia como pueblo no con nuestro guión, sino con el de los que promovieron (y promueven) el olvido. No somos, realmente, dueños de nuestro presente, porque sólo conocemos nuestro pasado vagamente”.
Si como pueblo no estamos construyendo nuestro presente, por lógica consecuencia tampoco podemos pretender ser dueños de nuestro futuro, y entre otras cosas, en materia de violación a los derechos humanos, estamos hipotecando el ansiado “nunca más”.
Tampoco se trata de rescatar cualquier memoria, cuando hablamos de memoria libertaria queremos significar que nos interesa rescatar los sucesos que han contribuido a fortalecer los valores democráticos, de libertad, de justicia social así como de la articulación y vertebración de la sociedad civil alrededor de tales valores. Baste decir tan sólo que no se pueden igualar las víctimas que lucharon por rescatar los principios y valores de la democracia de los que lo hacieron por preservar los antivalores de fascismo.
El arte y la reflexión son las herramientas que permiten el acercamiento a temáticas y eventos de la historia que intereses ocultos en muchas ocasiones pretenden provocar su olvido. Los conflictos sociales, masacres, tragedias y desastres son este tipo de eventos que algunos sectores de la sociedad preferirían que fueran borradas de la memoria, entonces el arte y las manifestaciones sociales son las fuerzas que impiden el olvido.
Si conceptualizamos el patrimonio como aquella parte del pasado que forma parte del legado e identidad cultural de la nación que queremos traer al presente y reinterpretarla para reconocerla y valorarla de manera especial, concluimos por cierto, que la memoria histórica libertaria tiene un tremendo valor patrimonial, en especial cuando su identidad cultural es recreada mediante manifestaciones artísticas y culturales.
ALBERTO BASTIAS CORREA
albertobastiasc@gmail.com
¿Qué motiva hacer este esfuerzo de resignificación que apunta a reconocer y valorar las experiencias y testimonios rescatados como un patrimonio emergente que queremos traer al presente, reconocerlo y valorarlo?
¿Por qué titular el blog con tan rimbombante nombre?
Concebimos la memoria histórica como una herramienta de combate ideológico para fortalecer la democracia, como elemento de lucha contra la impunidad, como arma para la defensa de los derechos humanos, como requisito de la ansiada reparación y como elemento ideológico de construcción y vertebración de la sociedad moderna.
Queremos incorporarnos al debate ideológico enfrentando a quienes quieren ven la memoria reducida a reivindicaciones nostálgicas y privadas asumidas por familiares y protagonistas de una época que se pretende olvidar, mostrándola como algo del pasado que nada tiene que ver con nuestro presente.
Hay un par de frases que no por ser tan manoseadas son menos verdaderas: “el pueblo que no conoce la historia está condenado a repetirla”, “el pueblo que no conoce su historia está inhabilitado para comprender y construir el presente”, tal vez ello explique porqué seguimos viviendo una sociedad democráticamente deficitaria, despolitizada y poco participativa, donde su construcción ha sido delegada a cúpulas cada vez menos representativas.
Para decirlo con palabras del historiador español José María Pedreño “Estamos construyendo nuestra historia como pueblo no con nuestro guión, sino con el de los que promovieron (y promueven) el olvido. No somos, realmente, dueños de nuestro presente, porque sólo conocemos nuestro pasado vagamente”.
Si como pueblo no estamos construyendo nuestro presente, por lógica consecuencia tampoco podemos pretender ser dueños de nuestro futuro, y entre otras cosas, en materia de violación a los derechos humanos, estamos hipotecando el ansiado “nunca más”.
Tampoco se trata de rescatar cualquier memoria, cuando hablamos de memoria libertaria queremos significar que nos interesa rescatar los sucesos que han contribuido a fortalecer los valores democráticos, de libertad, de justicia social así como de la articulación y vertebración de la sociedad civil alrededor de tales valores. Baste decir tan sólo que no se pueden igualar las víctimas que lucharon por rescatar los principios y valores de la democracia de los que lo hacieron por preservar los antivalores de fascismo.
El arte y la reflexión son las herramientas que permiten el acercamiento a temáticas y eventos de la historia que intereses ocultos en muchas ocasiones pretenden provocar su olvido. Los conflictos sociales, masacres, tragedias y desastres son este tipo de eventos que algunos sectores de la sociedad preferirían que fueran borradas de la memoria, entonces el arte y las manifestaciones sociales son las fuerzas que impiden el olvido.
Si conceptualizamos el patrimonio como aquella parte del pasado que forma parte del legado e identidad cultural de la nación que queremos traer al presente y reinterpretarla para reconocerla y valorarla de manera especial, concluimos por cierto, que la memoria histórica libertaria tiene un tremendo valor patrimonial, en especial cuando su identidad cultural es recreada mediante manifestaciones artísticas y culturales.
ALBERTO BASTIAS CORREA
albertobastiasc@gmail.com
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